12/4/08

trabajo como factor de realizacion humana.


La palabra trabajo, como se sabe, nos vale para designar dos realidades distintas: una actividad (extraer algo de la tierra, pescar, transformar un objeto, dispensar un servicio...) y el hecho de disponer de un empleo (decimos: Aconseguir un trabajo.

Ambas cosas unas veces van juntas y otras separadas. Así, un fresador realiza un trabajo y tiene un trabajo (o empleo por el que percibe un salario); las amas de casa, por el contrario, llevan a cabo un trabajo pero a ese trabajo realizado no le corresponde la consideración social de un empleo y, por lo tanto, no perciben un salario.

Al observar los cambios en el trabajo estamos pensando en ambas cosas: mutaciones en las modalidades de empleo y transformaciones en los procesos de trabajo (tipo de máquinas y de procedimientos para realizar un trabajo). Y cuando hablamos del trabajo como elemento cultural también estamos pensando en los dos significados: qué actividad y qué formas sociales (o de empleo).

La identidad obrera centrada en el trabajo ha entrado en crisis; eso afecta a la clase obrera más instalada, y dificulta la incorporación de la juventud a ese universo.

Lo que está cambiando en ambos planos supone una modificación del papel y del valor del trabajo tanto para la cultura obrera como para la sociedad en su conjunto.

En los tres últimos siglos se han registrado notables cambios en las ideas que hay sobre el trabajo. Antes del siglo XVIII, el trabajo era una variedad de actividades con nombres diversos. Esas actividades están destinadas en su mayor parte a satisfacer las necesidades.

En la concepción premoderna la riqueza no procede del trabajo sino de la naturaleza y de Dios; incluso para los fisiócratas, sólo la naturaleza es productiva.

El trabajo, por lo demás, bajo la concepción cristiana, es algo penoso, vinculado al pecado original.

En los tres últimos siglos se ha ido imponiendo una concepción nueva y unificada del trabajo. En los siglos XVII y XVIII se opera una transformación de la idea del trabajo, Aque ya no es sólo un deber que responde a exigencias religiosas, morales o incluso económicas@(2). En poco tiempo, el trabajo deja de ser algo despreciado y emerge como una potencia llena de valor. Para Locke es la fuente de la propiedad. En Rousseau da derecho a la propiedad de la tierra. Adam Smith lo considera como el factor principal de la riqueza. El trabajo, entendido como factor de riqueza, invade el pensamiento económico del siglo XVIII y llega a ser uno de los fundamentos principales de la sociedad.

El cambio en el concepto del trabajo se produjo en paralelo a una modificación del concepto del tiempo. El trabajo equivale a tiempo; luego el tiempo es oro. La vida humana se cronifica más estrictamente, y el tiempo se aprovecha más intensamente.

En el mundo moderno, el trabajo es también fuente de sentido, encuadrado dentro de los factores laicos de sentido: la familia, la nación, la propiedad...

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